martes, 24 de noviembre de 2009

Y en el espejo se ve... gente como uno.

Ya estamos acostumbrados a que los llamados famosos opinen sobre lo mal que está el país. Y cuando digo acostumbrados estoy hablando un fenómeno que no tuvo demasiado eco en los años 90. Si algo se puede afirmar es que, durante el menemato, no hubo demasiadas quejas, por sobre todas las cosas debido a una increíble política de comunicación de los funcionarios involucrados que a fuerza de actuar con impunidad, la conseguían.
Pero las últimas intervenciones de famosos -palabra poco feliz- fueron oídas por todos los sectores, con respuestas mediáticas de varios actores políticos y faranduleros.
Mirtha Legrand -de Tynaire- se explayó no hace mucho sobre lo que la gente exige: "Que nos cuiden, que nos vigilen, que nos quieran" porque según ella, "nos están matando a todos".
¿Quiénes somos todos? ¿Qué es lo que vemos reflejado en ese espejo de clase media estrellada cuya tranquilidad se ve amenazada por ellos, los otros. Mirtha se deshace en reclamos de cariño estatal, pero siempre a una distancia prudencial del amor desmedido de las retenciones sojeras. Al mismo tiempo que trata de contener a Carlos Rottemberg, productor general de su programa, que la semana pasada publicó una carta de lectores en La Nación, cuestionando la actitud de los faranduleros inseguros.
Tinelli, que nunca se queda atrás, también opinó que "él es un ciudadano que quiere paz". Y por sus declaraciones se vio envuelto en una pelea con Luis D'elía. En una contestación al líder piquetero, el conductor, aseguró que "la seguridad figura al tope de los reclamos de todos los ciudadanos".
Volvemos al todos nosotros y a ellos, a los desvalidos ciudadanos que tenemos que defendernos de los pobres malos. Porque siempre se puede argumentar que los hay buenos, esos que trabajan, esos que se rompen laburando y que le dicen que no a las drogas y al delito.
Mirta convocó a una marcha y Susana dijo que "hay que reprimir" en orden de conseguir resultados. Los pobres malos cortan nuestras calles, nos sacan nuestras zapatillas y nos ensucian los espejos. ¿No sería todo mejor, todo más lindo, si los pobres tuvieran la característica vampiresca de no reflejarse en ningún lado?
Mientras tanto, los abogados de la Provincia de Buenos Aires se ven en figurillas para sacar de prisión a hombres y mujeres acusados de delitos sin pruebas ni testigos.
Néstor Grillo, abogado defensor bonaerense, explicó a este blog: "Los tribunales están fallando cualquier cosa, tengo cuatro defendidos que están presos sin más prueba que las declaraciónes de la policía", y agregó que "cada vez que hay una oleada mediática sobre la seguridad, los jueces los dejan adentro, por las dudas".
Del lado de los nosotros, están los nombres famosos como el de Fernando Cáceres -que pelea por su vida después de haber sido baleado-, y los profesionales, la arquitecta, el ingeniero, el abogado... El anonimato se interrumpe y súbitamente nosotros tenemos nombre y apellido, o al menos profesión. Ellos son siempre ellos.
El lugar común de la indignación progresista no es cómodo. Sin embargo, la superficie de contacto con opiniones que dividen a las personas entre ciudadanos y lo que quede, se aumenta con el correr de las horas. Junto con el raiting que lo acompaña por lo que vale hacerse las preguntas correspondientes, para que el espejo no sólo muestre gente como uno. Para mayor análisis recomiendo la nueva edición de la revista Barcelona.


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