Es raro cómo reaccionan las personas al miedo. Mientras Latinoamérica vive un momento de conciencia y unidad histórico, mientras continúa el gobierno de facto de Honduras negociando sin perder del todo la legitimidad y mientras Colombia pacta con Estados Unidos la ampliación de la presencia militar en ese país, el mundo y América Latina se preocupa por Hugo Chávez.
No sólo se preocupan. El miedo (en sus amplias formas) llevó a un grupo de jóvenes empresarios colombianos (de ahora en más los llamaremos Gorilas para facilitar la lectura) a organizar una marcha mundial contra el mandatario venezolano.
Y el miedo se esparce tanto que miles de personas marcharon el viernes en Madrid, Barcelona, París, Sydney, Bruselas, Hamburgo, Buenos Aires, San Pablo, Santiago, Tegucigalpa y en ciudades de Venezuela y Colombia.
Por supuesto el rol de los medios en esta marcha fue fundamental. En cruda oposición a la cobertura que hicieron y hacen de las marchas contra las bases estadounidenses, contra el golpe en Honduras o las que reivindicaron al presidente bolivariano esa misma fecha, el día mundial contra Chávez fue ampliamente difundido.
Si bien la iniciativa fue pobre en convocatoria, la original movilización trasnacional fue noticia en todo el mundo y las proclamas casi delirantes recorrieron los principales medios que militan la causa antichavista.
“Estamos cansados de que el presidente Hugo Chávez nos insulte, insulte a Latinoamérica y al mundo, y nos trate de imponer a punta de mentiras, de miedo y de la mala educación su revolución anacrónica y delirante”, empezaba la invitación desde el sitio web que organizó la fecha y que concluía con la frase “Chávez ya no más!”.
Flotando entre las marchas y las declaraciones se percibió un tufillo destituyente, confirmado por el presidente de facto de Honduras, Roberto Micheletti (alias Goriletti), principal orador de las movilizaciones en Tegucigalpa.
Mientras desde el público gritaba “aquí sí se pudo, detuvimos a Chávez”, Goriletti sostuvo: "Esto que pasó el 28 de junio que sirva para cualquier político que entre" por la vía de las elecciones "y se quiera quedar en el poder" por la influencia "de un dictador como Hugo Chávez", en alusión a la estrecha relación entre Zelaya y el presidente venezolano.
La respuesta de Chávez fue corta pero concisa durante su visita a Siria, con cita del Quijote incluida: “No importa que marchen contra mí, que ladren los perros, con esto solamente demuestran lo que son: arrastrados, pitiyanquis y peleles subordinados al Imperio”, azuzó.
Volviendo sobre el tema del miedo. Mientras tanto en Argentina los multimedios y parte de la oposición intentan construir un ambiente similar al de la Venezuela de Chávez, por lo que las declaraciones de Micheletti toman mayor trascendencia e implicancia. En fin, un merengue que cada vez es más amargo y difícil de tragar.
Gerardo Aranguren
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